lunes, 25 de octubre de 2010

Es infinito el universo?

Dime de qué presumes y te diré de qué careces.

“Hay dos cosas infinitas: El universo y la estupidez humana, y del universo no estoy seguro”. Albert Einstein, físico estadounidense de origen alemán. Creador de la teoría de la Relatividad, de este trabajo Einstein dedujo la expresión matemática más conocida en el mundo,  E=mc².

Luego de ésta brevísima reseña del científico  germano-estadounidense voy a utilizar la frase de su autoría, ut supra, para escribir sobre el tema de hoy.

¿Qué habrá querido decir el señor Einstein con este enunciado?, me voy a permitir intuirlo; a este respecto supongo que se trata de establecer que la estupidez humana puede ser más grande que el universo, que se presume infinito, aunque el científico puso en duda esto último cuando lo compara con nuestra torpeza, valga decir entonces que la insensatez de la raza humana va más allá de lo que podemos imaginar.

Debo confesar que esta frase me llamó a la reflexión, sobre todo viniendo de un personaje que es considerado un genio y que muchas personas, piensan (fantasiosamente) que nunca se equivocó, es más que se las sabía todas más una (como decimos popularmente), pero que su humildad le permitió reconocer que la estupidez, incluyendo la propia, puede rebasar términos comprensibles, de allí que la califique como infinita.

Yo, como ser humano y estúpido en consecuencia, debo comentarles que sufrí en algún momento de mi vida del pecado de la vanidad, llegando a considerarme el mejor experto en mi práctica profesional, en este momento no me da pena reconocerlo. Con relación a esto (al menos unos 15 años atrás) me dieron una lección de humildad, la cual agradezco y que refiero a continuación;

Conversábamos un colega y mi persona, en un ascensor, sobre un asunto profesional  del cual no encontrábamos solución, en el elevador también iba una joven que laboraba en el área de limpieza de la empresa donde yo trabajaba para ese momento, ella (la joven) nos hizo una referencia sobre nuestro tema de conversación, yo muy descortésmente le hice caso omiso a su observación,  más aún,  ni siquiera volteé a verla y me retiré del ascensor. No obstante lo anterior al llegar a mi oficina reflexioné sobre el comentario de la joven y ¡oh sorpresa! tenía razón. No puede sentirme, en mi fuero interior, menos que avergonzado por haber menospreciado las palabras de esa muchacha, en ese momento comprendí que nadie es propietario del saber y que nunca debemos despreciar la opinión de otras personas, porque equivocadamente o no, es su opinión y merece nuestra atención.

Escribí sobre mi experiencia personal para poder referirme libremente sobre el caso de algunas personas denominadas (o autodenominadas) la “biblia de …….”, que se supone están más allá del conocimiento humano y que por este hecho no se equivocan y siempre tienen la razón, esto no puede estar más alejado de la realidad, ya que TODOS, ABSOLUTAMENTE TODOS, NOS EQUIVOCAMOS, la virtud está en reconocer nuestros errores y enmendarlos, he allí el toque de humildad que deberíamos tener, como lo tuvo Einstein.

La jactancia demostrada por los dueños del “conocimiento absoluto” se magnifica cuando estos caballeros tienen la posibilidad de conectarse con muchas personas a través de un medio de comunicación ya que transmiten su arrogancia con un desparpajo impresionante,  menospreciando, incluso, la capacidad intelectual de los televidentes (lo hacen y con mucha frecuencia). Cuando alguno(a) de nosotro(a)s  se atreve a elevarles una crítica constructiva recibe improperios desmedidos ya que estos personajes pierden con mucha facilidad “la dulzura de su carácter” (como diría un afamado locutor deportivo venezolano) y no aceptan, bajo ninguna circunstancia, que pudieran equivocarse su ego no se los permite.

La humildad no es un defecto es una virtud que todos  deberíamos poner en práctica, más aún ese conjunto de personas que están llamadas a ser ejemplo de las masas y que su trabajo los coloca en posición de transmitir conocimiento, lo cual deberían hacer sin vanagloriarse de esto.

Como en muchos otros temas siempre quedan y quedarán cosas por decir pero lo esencial ya fue planteado por lo que no me resta otra cosa que cerrar con otra frase de Albert Einstein la cual reza “Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”.

PD: Como punto de información y para aquellos que han leído mis escritos precedentes les informo que la "desastrosa" tenía una solución alternativa (Plan “B”, ó C ó D) en caso que se retrasaran las obras, si, desde enero ya habíamos conversado con las autoridades competentes para jugar en una sede alternativa que no les fuera incómoda a los otros equipos, esto lo hicimos porque cualquier gerente debe tomar todas las previsiones en caso de que se presenten “imprevistos” concepto éste que parece no manejar “la nueva y maravillosa” (perdónese la falta de humildad).

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